
El primer cole para Gala
Después de un curso y en el inicio del siguiente creo que ya puedo hablar sobre Colibrí con conocimiento de causa, habiendo vivido muchos momentos y emociones junto al equipo de Colibrí y al resto de familias.
Siento la necesidad de expresarme y contar lo vivido y lo que he aprendido en este tiempo, como madre y como persona. Quizá venga bien y sea útil para otros, y sobre todo, permita conocer mejor lo que ocurre en Colibrí. Pararme y pensar sobre lo sucedido creo que me vendrá muy bien a mí también.
Nuestra hija Gala, que ahora tiene 4 años y 5 meses, empezó a ir a Colibrí en septiembre 2016, con 3 años. Mucho tiempo atrás, incluso antes de que naciera, ya habíamos escuchado hablar sobre Colibrí, siempre como la mejor opción de cole para niños de 3 a 6 años para los que vivíamos en El Escorial, San Lorenzo y otros pueblos cercanos. La verdad es que tengo que decir que no nos preocupaba mucho que nuestra hija fuera la más estimulada, la más lista, la que antes aprendiera a hacer cosas… Estábamos fuera de esa “competición” sin haberlo hablado expresamente su padre y yo. Sí nos inquietaba sin embargo que no sufriera mucho con el cambio. Que no pensara ni por un instante que la habíamos abandonado o que ya no sentíamos ese amor tan grande que le habíamos expresado y dado hasta ese momento. La mente de los niños he comprobado que es así a veces, y a pesar de nuestro esfuerzo, en ocasiones va por libre…
Pasar de estar en casa rodeada de amor y seguridad, y, de repente, descubrirse en un lugar distinto con personas que no somos estrictamente sus padres o su familia más cercana, era un paso importante.
Hay que resaltar que tenemos la suerte de tener trabajos, tanto el padre como yo, que nos han permitido estar con nuestra niña en casa casi siempre. También, que contamos con la ayuda de su abuela muy cerca, y eso se nota mucho a la hora de poder dedicarle tiempo a tus hijos, sobre todo desde que nacen hasta los 4 años. No ha sido fácil, ni está siéndolo, pero nos estamos esforzando mucho porque así sea.
Como muchos padres, a pesar de todo, por ilusión, por acelerar lo que irremediablemente y naturalmente iba a pasar, la llevamos antes, unas horas al día, con una “mamá de día”. Nuestra hija se hacía mayor y tenia que relacionarse con otros niños, ¡Con otras personas! Pero la realidad nos ponía de nuevo en nuestro sitio, y comprobábamos que esas “prisas” que nosotros teníamos no parecía tenerlas Gala.
En cuanto la dejábamos en manos de otra persona lloraba y la verdad es que no parecía disfrutar mucho de ese rato, para nosotros delicioso, que le proporcionábamos junto a personas encantadoras y preparadas y unos poquitos niños.
Hubo incluso algún intento en una guardería cercana a casa y a la casa de mi madre (primó la comodidad y el no volvernos locos con el tema) y no llegó a cumplir un primer día, porque antes de haber rellenado y entregado la documentación, y tras observar algunos detalles, me dirigí a la dirección y les dije que no podía dejar a mi hija en un lugar en el que no estaba convencida y tenía dudas sobre si Gala iba a ser atendida y escuchada como yo creía que debía ser. Había muchos niños y madres encantadas pero yo no era una de ellas, no era nuestro sitio. Cogí a mi niña, mis 7 baberos, 2 babies, 2 toallas marcadas, un cojín con el nombre, 1 sábana marcada y 2 chupetes, y salí andando calle abajo con el corazón encogido y echando alguna que otra lagrimilla al pensar que no iba a encontrar un lugar que me convenciera para confiar a nuestra hija.
Sin duda había llegado el momento de visitar Colibrí, el lugar del que nos habían hablado tanto, aunque por otro lado no teníamos garantías de que a nosotros nos fuera a funcionar (ya sabemos cómo va esto), y si serían sensibles con nuestra forma de entender el proceso de Gala, el de la familia.
La primera visita a Colibrí la sentimos como un poco fría a lo mejor. Natalia Lamas, su directora, nos recibió. Es una persona que a priori parece algo seria, incluso poco simpática, pero no nos precipitamos en el juicio y pudieron en nosotros las ganas de que Gala empezara el cole en un lugar tan mágico y maravilloso como es Colibrí. La casa, ubicada en la colonia más bonita de El Escorial, es blanca, como de cuento, con su tejado de pizarra con unas cúpulas circulares terminadas en pico, su terraza con barandilla de piedra con mesas pequeñas y bancos corridos, su porche de bienvenida con las perchitas de los niños y sus cuadrantes para zapatos y objetos personales. ¡¡Ese jardín!! Es como el jardín que sueñas cuando eres pequeño, con su tobogán, su casita de madera, la hamaca, su teepee, el huerto, ¡¡el círculo de troncos!! Ese lugar mágico donde nuestro hijos se sientan a escuchar cuentos e historias…, a escuchar música y canciones, …
En resumen, Colibrí nos pareció una lugar, un espacio que invita a soñar y a disfrutar del lujo de lo esencial, de lo sencillo, de lo que vas aprendiendo que realmente merece la pena en esta vida.
Nos llamó la atención el que nos pidieran que nos quitáramos los zapatos para entrar (a pesar de que nosotros lo hacemos en casa nada más llegar). También que, a pesar que éramos una visita que podría suponer una niña nueva para el centro, fuéramos un poco secundarios, y que la prioridad fueran los niños que estaban allí y sus cuidadores. No parece que hubiera intención de vendernos nada y lo interpretamos muy positivamente.
La casa por dentro no nos decepcionó pero era sencilla y bonita, nada aparente ni hecho para parecer a las visitas. Todo estaba ordenado de manera que los niños pudieran disfrutar al máximo del espacio y de las salas. Estaba muy limpio y agradable y el material Montessori se mezclaba con otros interesantes también. Instrumentos de música, un piano en la entrada… Natalia nos explicó su filosofía, su forma de entender el proceso de aprendizaje de los niños, priorizando el respeto por cada uno y sus diferencias, también sus preferencias y sus decisiones, y lo mejor (mirándolo con perspectiva), no nos dijo nada que luego, durante los meses siguientes, no comprobáramos que no fuera cierto. Las prisas por aprender no van con Colibrí!
Colibrí es un espacio que no se identifica muy claramente con ninguna tendencia o modo de enseñanza. Sí es cierto que bebe de diferentes fuentes pedagógicas pero tiene su propio estilo, el de Natalia y las personas y profesionales que trabajan bajo su supervisión. Todo lo que mencionó en esa primera conversación, como cuento, ha sucedido en la evolución y en el desarrollo de Gala.
Entramos una madre y una hija temerosas, un poco desgarradas por el momento de separarnos, ¡Nos habíamos mantenido unidas desde la concepción, desde el nacimiento de Gala! Y lejos de sentirnos incomprendidas, el equipo de Colibrí trabajó para que esas semanas en las que la vida de Gala cambiaba, y desde luego la de toda la familia, fueran lo más fáciles posibles. Ayuda, respeto, cariño, paciencia, escucha consciente, espera silenciosa, observación respetuosa… son algunas de las palabras que podrían describir lo que recuerdo de esos primeros meses.
Sobre todo nunca me sentí juzgada, ni comparada con otras madres. Tampoco me sentí nunca una observadora incómoda para ellos.
Simplemente estaban allí para ayudar, adaptándose a mi forma de ser, a veces un poco intensa, y sobre todo a las necesidades de Gala. Lloré y reí libremente encontrando siempre una mirada cómplice y cariño sincero!
Descubrí a la Natalia más idealista, a la María más entregada, a la Sonia más amorosa y llena de emoción, a la Johana más cariñosa y paciente, y al Colin más original y gozoso. Hemos vivido junto a Gala, como familia, el primer cumpleaños de nuestra hija con amigos y lo llevaremos en nuestros corazones para siempre. Gracias Colin de corazón por tu cariño inmenso, también por tus lindas canciones y la ceremonia del sol con la que Gala se sintió el centro del Universo por un rato bajo la presencia de sus padres y amigos ;-).
Cada uno a su manera supieron echarme una mano y apoyarme en los ratitos en los que se me hacía duro, a veces desgarrador alejar a mi niña de mí. Descubrí, junto al equipo de Colibrí, que era yo la que aportaba seguridad o no al momento, y que a veces era Gala la que me sentía triste y quería estar con mami por esa razón, y no al revés.
Hubo momentos de muchas dudas, pero también de disfrute y de felicidad. De emociones preciosas, de observación del modo de trabajo de Colibrí. Estaba a disposición de Gala y adaptándome a la nueva situación, pero me descubrí en muchas ocasiones maravillada, sorprendida por situaciones vividas por otros niños, por los cuidadores. ¡Qué privilegio!
Aprendí mucho y tomé conciencia de lo que es realmente importante en la vida. Si entré pensando: “a ver si se adapta rápido y consigo retomar mi vida y mi carrera profesional, volver a ser la que era antes de quedarme embarazada!”, salí con una conciencia muy grande de la necesidad de vivir ese momento con la máxima consciencia y aprovechamiento como aprendizaje vital. Lo viví como un regalo de la vida y una oportunidad para aprender de la experiencia de otros y conocerme mejor, al igual que conocer más a mi hija y a otras personas.
Intenté calmarme y dejar las prisas a un lado. Me propuse sentir más y dejarme ir un poco. Me recuerdo con mi ordenador en una sala trabajando y con Gala viniendo a verme de vez en cuando. Le daba un besito, le decía algo mirándole a sus ojitos y se iba contenta a seguir jugando.
Desde el momento en que Gala empezó a asistir a Colibrí cada día, hemos vivido también situaciones familiares duras, momentos de dudas, alguna que otra crisis… pero siempre hemos recibido por parte de Colibrí, especialmente de Natalia, la misma respuesta: honestidad, discreción y apoyo incondicional. Somos un equipo.
Se desvela Natalia como una mujer, una profesional, con gran experiencia, 0 presuntuosa, prudente, comprometida, idealista, sincera, discreta al 100%… A veces creo que excesivamente modesta. Aunque tengas confianza con ella nunca te hablará de manera incorrecta, mal o poniendo en cuestión la actuación de otro padre, de otra familia… No le he visto nunca un mal gesto hacia nadie, tampoco hacia la competencia que a veces no juega con los mismos métodos.
Todos somos bienvenidos, a todos se nos intenta entender, como a nuestros hijos; todos somos diferentes y válidos para Colibrí. Simplemente intenta integrarse en ello y ayudar para procurar lo mejor a nuestros hijos, con sabiduría y amor. Con errores también, pero se siente la libertad para hablar de ello y aprender de lo vivido.
Admiro profundamente el gran esfuerzo que realizan cada día para seguir hacia delante con un proyecto como el que tienen entre manos y que Natalia sostiene con maestría. Cada jornada es diferente y a pesar de que hay una estructura, unos límites, unas salas,… cada día se convierte en algo nuevo y novedoso por obra de los niños que tienen la suerte de formar parte de la familia de Colibrí y por el marco que crean sus cuidadores desde la observación respetuosa. Hay un cuidador por cada 5 niños y ese es otro detalle que importa.
Tener un lugar así cerca de casa es un lujo inmenso y siento que Gala, que entró como os contaba, es ahora una niña súper feliz en su cole, independiente y segura de sí misma, sociable, comprometida, inquieta, curiosa, creativa, que ha ganado enormemente en su autonomía y sentimiento crítico. Es todo un personaje… Se siente muy valorada y querida en Colibrí tal y como es.
Nosotros también, como padres de Gala, nos sentimos reconocidos y valorados. Hemos hecho equipo con Colibrí y con los otros padres para proporcionar a nuestros niños lo que consideramos que es lo mejor y les estamos muy agradecidos. Aprendemos de Colibrí a juzgar menos y a escuchar más, a esperar… Los padres que llevamos a nuestros hijos a Colibrí somos muy diferentes entre nosotros pero estamos muy de acuerdo y nos une lo esencial. No nos hacen falta grandes instalaciones, piscina olímpica, gimnasio, actividades dirigidas hasta las 7 de la tarde, clases con ordenadores, pupitres de gran calidad, etc, etc… Queremos que nuestros hijos, en estos primeros años de vida se sientan felices y crezcan rodeados de sencilla belleza, de luz, de buenos alimentos, de aire puro, de amor y consideración, que se respeten sus tiempos, sus procesos y sus diferencias. Que crezcan poderosos y fuertes por ello.
En resumen, como padres de Gala sentimos enorme gratitud hacia la vida por habernos puesto al alcance este espacio de libertad, amor y respeto para nuestra hija que es Colibrí!! Convencidos de que no hay ninguna oferta como Colibrí en muchos kilómetros a la redonda, muy probablemente en ningún sitio. Gracias enormes de corazón a Natalia y a su equipo por seguir haciendo realidad con su esfuerzo cada día este sueño!!
Virginia, Iñaki y Gala