Si tuviera que resumir las razones por las que llevo a mi hija a una escuela activa, las organizaría en cuatro bloques principales:
ASPECTOS EMOCIONALES
En estas escuelas hay tiempo para sentir las emociones que trae la niña. Hay adultos preparados para el reconocimiento de esas emociones y hay tiempo para hablar sobre ello. Para aprender eficazmente es necesario sentirse segura y tranquila; de ahí surge la curiosidad y la observación que llevan a los aprendizajes personales: los que parten de las preguntas que se hacen los niños de manera natural en su afán por comprender el mundo. Por lo tanto, una escuela que conjugue la mayor libertad posible con normas sensatas para organizar la convivencia y que todo el mundo esté bien, será una escuela en la que los niños se sientan seguros para explorar y motivados para descubrir. La madurez emocional después de varios años en un ambiente respetuoso resulta en una seguridad para expresar las necesidades y una tolerancia hacia las ajenas.
ASPECTOS COGNITIVOS
Si los niños se sienten seguros para explorar, estarán abiertos a los materiales disponibles y tendrán preguntas sobre su entorno. Convivir en un ambiente de curiosidad y asombro contagia las ganas de aprender. Cuando hay tiempo para conversar tranquilamente, contar detalles o compartir preguntas estamos creando un aprendizaje significativo, que surge de ese impulso de comprender el mundo nombrado anteriormente. Si respetamos el ritmo de cada niño, es para estar seguros de que no estamos llevándolo más allá de sus posibilidades y que puede responsabilizarse de ese aprendizaje, sin responder a presiones externas ni actuar para satisfacer expectativas ajenas.
Además el encuentro con materiales hermosos y agradables invita a su manipulación y transmiten un criterio estético que fomenta la concentración y el cuidado del entorno. La fantasía y la creatividad son recursos cotidianos que el niño se acostumbra a usar para jugar, para explicarse la realidad a sí mismo y a los demás; con la presencia de un adulto cercano y que escucha, esta fantasía se transforma paulatinamente en el pensamiento científico que más tarde hará inferencias sobre el mundo.
Respecto a la lectoescritura y a los números –gran preocupación escolar y por lo tanto de las familias- es sorprendente observar cómo el niño se va interesando primero en los sonidos, luego en las rimas y finalmente en las palabras y en las letras. Teniendo al alcance materiales motivadores y, de nuevo, adultos formados y atentos, las letras entran en la vida de los pequeños de manera natural y excitante, sin forzar ni aburrir con repeticiones a deshora.
ASPECTOS SOCIALES
A veces las escuelas activas reciben el nombre de Escuelas Relacionales porque en ellas se da tiempo y espacio para el encuentro, la conversación, el entendimiento o no, los conflictos que surgen de estas interacciones sociales… Quizás sea en este aspecto donde más se noten los beneficios de este tipo de educación, donde se nota que la calidad de las relaciones entre las personas que allí se encuentran es decisiva para la formación de una autoestima sana. Tener tiempo para comunicarse sin prisas y espacio sin masificaciones nos brinda la oportunidad de entendernos mejor, explicarnos buscando las palabras y no dejar pasar ni evitar los conflictos, de manera que las habilidades sociales se construyen sólidamente sobre la base de la comunicación no violenta, la escucha activa y el respeto. Es emocionante ver cómo, poco a poco, van empleando entre ellos expresiones que reflejan sus sentires y ponen límites a los demás sin herir, sin tergiversar el mensaje y sin faltar al respeto.
ASPECTOS PSICOMOTRICES
Hasta los 6-7 años la necesidad de movimiento es evidente. El cuerpo en acción es el motor del desarrollo del psiquismo que permitirá centrarse, más tarde, en el pensamiento formal y abstracto. Pasar tiempo fuera, jugar a saltar y trepar, controlar el equilibrio y los lanzamientos… son acciones que los niños sanos quieren hacer constantemente y que los convierte en pequeños atletas. La posibilidad de estar de pie, caminando, tumbados, saltando, corriendo, etc… permite que ellos elijan la actividad más acorde a su momento evolutivo y, de nuevo, respetar su ritmo de desarrollo. De este modo la escuela es un lugar para aprender y explorar el mundo, partiendo de su propio cuerpo.
CONCLUSIÓN
A menudo nos decimos –como padre/madre que busca una escuela- que lo más importante es la persona con la que estará nuestra hija, el profesor o profesora con la que pasará muchas horas diarias, muchos meses casa curso. El tipo de profesional que se encuentra en las escuelas activas – por suerte en otras escuelas también- suele ser una persona con una visión respetuosa de la infancia, preparada para ver la persona que hay en cada niño o niña, para hablarle como se hablaría a otro adulto. Suelen ser personas formadas en la auto-observación para dar un paso atrás en sus actuaciones y no emitir juicios apresurados, dejando el espacio para la resolución de las dificultades cotidianas a sus verdaderos protagonistas: cada niña y cada niño.